Celam divulga "Mensagem às Igrejas da América Latina e do Caribe"
Celam divulga "Mensagem às Igrejas da América Latina e do Caribe"
Terminou nesta sexta-feira, 20, a 33ª Assembleia do Conselho Episcopal Latino-americano. Os bispos aprovaram e divulgaram, no final da reunião, uma “Mensagem às Igrejas da América Latina e do Caribe”.
“Como Igreja portadora da Vida do Reino de Deus nos sentimos chamados a levar adiante uma nova evangelização que levante os caídos, inclua os excluídos de nossa sociedade, cure os feridos, responda aos que perguntam onde está Deus em meio às calamidades, devolvendo a esperança dessa vida plena que brota do Crucificado Ressuscitado”, diz um dos trechos da Mensagem.
Durante a Assembleia, foi eleita a nova diretoria do Celam. O novo presidente, , sucederá ao arcebispo de Aparecida e presidente da CNBB, cardeal Raymundo Damasceno Assis. O ex-secretário da CNBB e arcebispo eleito de Campo Grande (MS), dom Dimas Lara Barbosa, foi escolhido segundo vice-presidente do Celam.
Leia, abaixo, a íntegra da Mensagem (em espanhol)
Congregados en este tiempo pascual por el Señor que nos dijo "Cuando sea exaltado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12, 32), los participantes en la XXXIII Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano nos dirigimos a todos y cada uno de ustedes con sincero afecto, haciendo nuestro el saludo del Resucitado: "La Paz sea con ustedes".
En estos días, haciendo eco del llamado que nos hace el Santo Padre Benedicto XVI para que la Palabra de Dios "sea cada vez más el corazón de toda actividad eclesial" (VD 1), hemos renovado nuestra escucha del Señor, compartiendo fraternamente con sencillez y alegría; juntos también, y en espíritu de consenso, hemos discernido para el caminar en comunión de nuestras Conferencias Episcopales, buscando que la acción evangelizadora en nuestro continente sea transparencia viva del servicio de Jesús para todos nuestros hermanos, particularmente los pobres y necesitados.
Hace cuatro años, conscientes del cambio de época que vivimos, la Palabra nos marcó la ruta cuando, en Aparecida, nos propusimos decididamente promover a todos los niveles el discipulado misionero al servicio de la vida; en esta misma línea seguimos afirmando nuestros pasos, de cara a la misión continental. Para los próximos cuatro años hemos delineado un plan que nos orientará, también hemos elegido una nueva directiva que estará al servicio de este proceso.
La evangelización de nuestro continente, en estos nuevos tiempos, es un camino continuo y persistente que encuentra puertas abiertas y también no pocos obstáculos y resistencias, como fue el de Jesús en las rutas de la amplia y compleja Galilea.
Precisamente, en el Evangelio de Lucas hay un episodio que evoca bien nuestros itinerarios. Jesús llega a una ciudad al norte del país, en la amplia explanada del valle de Esdrelón; se llamaba Naím (cf. Lc 7, 11-17). Lo que allí ocurre es diciente para lo que estamos viviendo.
Él llega seguido de sus discípulos y de una gran muchedumbre. Su caminar, bien podemos decir, despliega vida por doquiera que pasa (cf. Lc 7, 21-23). Esta procesión presidida por Jesús nos evoca los caminos abiertos por el Evangelio en nuestra historia y las multitudes que han adherido con fe y se han comprometido, incidiendo decisivamente en la cultura cristiana que ha distinguido a nuestros pueblos.
Nos dice el Evangelio que al llegar a la puerta de la ciudad, Jesús se encuentra con otro grupo que viene en dirección contraria llevando un joven muerto para su sepultura. También nosotros encontramos en nuestro camino muchas "procesiones de muerte". Nos duele la muerte de tanta gente, víctima de la violencia causada por el narcotráfico. Nos duelen nuestras jóvenes generaciones que se desencantan con las instituciones que han perdido su credibilidad por causa de la corrupción campante.
Jesús nos enseña a no permanecer inertes ante la situación. Lo vemos cercano, misericordioso y consolador con la madre, y al mismo tiempo eficaz con el joven difunto. El proyecto del Padre inspira lo que debe hacer (cf. Lc 6, 36); con un gesto que coloca la persona por encima de algunas normas, como es el hecho de tocar el cadáver, Jesús lo resucita con la potencia de su palabra: "Joven, a ti te digo, levántate" (Lc 7, 14). ¿Cómo resuena esta frase hoy en este continente que el Beato Juan Pablo II llamó "de la esperanza"?
Y Jesús "se lo dio a su madre" (Lc 7, 15), dice el Evangelio. Jesús devolvió con vida a este joven, como hombre nuevo, a su madre y a su ciudad. Esta es la